martes, 25 de agosto de 2009

Huracán 1 - Lanús 2: El tiki- tiki de Lanús.


Sin equivalencias. Cuando el equipo de Zubeldía jugó en serio, en el primer tiempo, fue baile. Los dos goles fueron del debutante Salcedo.

Pase cortito, seguro, de Pelletieri para Fritzler, tac, y a empezar la construcción del movimiento. Del rubio mediocampista para el paraguayo Ledesma, tic, y que la bola no para de rotar. Desde la posición del volante por derecha, a darla toda vuelta y pum, cambio de frente con 50 metros de recorrido, y que Maxi Velázquez se sume al circuito. De aire, a un toque, tac, para pasar otra vez por Pelletieri. Recepción orientada y salida con cara interna -dos toques son más que suficientes para jugar muy bien- hacia Salcedo, tiradito hacia atrás, lejos del área rival, quien de primera invita a Blanco a no quedarse afuera del encuentro colectivo.

A este ritmo bailó Lanús a Huracán en el primer tiempo. Sólo se había consumido el primer tercio del encuentro y el equipo de Luis Zubeldía ya ganaba 2-0, el grupo de intérpretes de la agradable idea técnica le sacaban brillo a la pelota, sometía a los jugadores de Angel Cappa a un loco en cancha grande y mandaba mensajes para los cuatro costados que la goleada de la fecha se iba a dar en el Parque de Los Patricios. Y, de paso, este muy buen conjunto Granate confirmaba que el reverdecido tiki-tiki no es patrimonio de ningún nombre propio sino una posibilidad siempre latente cuando abundan individualidades sensibles que envían a sus pies órdenes emparentadas con la simpleza y el buen gusto.

La pregunta a responder a esta altura del texto es: ¿Por qué Lanús no hizo cuatro o cinco goles, si de oportunidades para vapulear al Globo dispuso también en abundancia? Respuesta: porque adelantó un día los trabajos regenerativos -esos ejercicios que sirven para lavar las toxinas que deja el esfuerzo de los 90 minutos- y utilizó el segundo tiempo para ese fin.

Así le dio a Huracán, al otro Huracán de la etapa complementaria, ese que Cappa rearmó en el entretiempo con tres cambios simultáneos para afrontar la segunda mitad, la posibilidad de montarse al coraje y cabalgar hacia la epopeya.

Por eso, por la desidia que mostraron Grana y Marcos Aguirre para luchar por una pelota que Gino Clara se llevó demasiado fácil, Huracán llegó al descuento por el zurdazo imperfecto de ese león que habita dentro de Díaz.

Cómo habrá sido la jornada en el Duco, que alguno de esos plateístas que tiempo atrás se empalagaron con el tiki-tiki ahora pidió histéricamente "corran, corran carajo, metan y metan como Díaz".

Para que no queden dudas, mientras Lanús jugó en serio el partido no tuvo equivalencias. Esta versión de Pelletieri, ubicado a la derecha de Fritzler para componer el ya clásico doble cinco, sirve además para que la idea de tocar y pasar empiece en quien fue personal clave en el título logrado en el Apertura 2007. Como Salvio tiene ratos que dan ganas de pedirle a Maradona que no se olvide de él para la Selección y Salcedo no es Sand pero se parece bastante (juega, hace jugar y metió un golazo con valor de joya tras 15 toques), de tres cuartos hacia el arco de Monzón hubo llegadas claras para decorar una goleada. Salcedo, Salvio, Blanco y Ledesma, alguno por duplicado, pudieron haber definido el duelo en el primer tiempo.

¿Y Huracán? Parece que la va a tener muy difícil Angel Cappa. Ayer volvió a quedar demostrado que no siempre alcanza sólo con buenas intenciones. La sangría luce importante y el recambio va a necesitar un tiempo para ver sí está o no está a la altura de lo que se espera. Si en algún momento vislumbró ayer la utopía del empate fue por el corazón de Goltz, las ráfagas de Bolatti y el empuje sin pausas de Díaz. Tal vez le alcance en el futuro. Por ahora, la nafta sólo es suficiente para perder con cierto decoro.

Por Eduardo Castiglione para Diario Clarín.

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