martes, 14 de enero de 2014

Tres estrellas en el Club de las Maravillas.

Brota la emoción en cada rincón. Se levantan las copas y brindan por un futuro promisorio, digno de un cuento de hadas. Arias y Guidi, nuevamente sede de un acontecimiento único en este sendero hacia el Centenario.
El encantamiento invade cada rincón de la pasarela. Esa alfombra roja es el puente ideal para una noche reveladora. Soñada. Épica. Como no podía ser de otra manera. Un escenario que obligaría a Lewis Carroll a reescribir Alicia en el País de las Maravillas, su mítica obra cumbre. El cielo aparece negro y con pocos cuerpos celestes en él, pero allí brillan incesantes tres estrellas que enorgullecen al Club Atlético Lanús todo. La fila de invitados se extiende hasta donde llega la vista. Parece que la Muralla China es una nimiedad en comparación a esta magnánima marabunta de gente. Saludos, besos y abrazos se intercambian de un lado al otro. Abundan sacos, zapatos de tacón, vestidos, algunas corbatas y unos pocos moños, como los que suele usar el entrañable pato Donald. Allí aparecen amigos de toda la vida, actuales y antiguos dirigentes e hinchas. De los que lucen un tejado blanco en su cabeza a los pequeñitos que corretean como si su stamina fuera inagotable. Avanza lentamente ese interminable ciempiés humano. Dentro del recinto especialmente preparado aguardan deliciosas casuelas de ñoquis, además de sándwiches de pollo, lomo y fondeu de queso. Unas tenues luces rojas invitan a la amenidad. Chocan las copas de vino, al tiempo que los trofeos de la Conmebol 1996, Apertura 2007 y Sudamericana 2013 atraen a todas las almas. La gente desenfunda sus cámaras fotográficas y captan un momento único junto a los tesoros más preciados del Club de Barrio más Grande del Mundo. Suaves melodías apaciguan la impaciencia propia que se genera en las vísperas de un acontecimiento tan extraordinario. Todos los actores de la Familia Lanús participan de la Cena del Campeón. Poco a poco, se ultiman los detalles para que los presentes pasen a la carpa principal. Una carpa invadida por centenares de platos, cubiertos y vasos. Alumbrada por velas que otorgan a la atmósfera un aire romántico. En el centro emerge un imponente proscenio, donde los periodistas Mariano Antico y Julián Fernández manejan el hilo conductor del evento. Cual bailarinas clásicas que danzan en un circo francés, los mozos comienzan a repartir platillos por las mesas. Pasa la entrada, comida principal y millones de jarras de bebida. Televisores arrojan la actividad del Twitter oficial durante la velada, que tiene como protagonistas a los héroes del 11 de diciembre. Cada uno de ellos recibe un reconocimiento de los dirigentes, quienes por cuyas sonrisas de aquí a allá parecen retoños con un juguete nuevo en Navidad. También hay lugar para la magia y sorteos, que provocan que la emoción y la expectativa invadan los cuerpos de cada presente. Entre bocado y bocado, muchos simpatizantes se acercan a los futbolistas y cuerpo técnico para poder sentirlos. Saber que sus ídolos son de carne y hueso también, aunque emanen esa esencia que los ata para siempre con la inmortalidad. Se escucha el ruido de un vidrio resquebrajado por el golpeteo de un globo impertinente. Pero no hay preocupación. Sólo carcajadas y risotadas al por mayor. A modo de despedida surge la mesa dulce. Un ejército de mousses de naranja y cereza esperan a los comensales. También panqueques y masitas secas. Unos a otros comienzan a saludarse, con la ilusión de revivir una fiesta similar pronto. Lanús une a miles de corazones, que laten día a día y noche a noche por otra estrella en el firmamento granate.