miércoles, 6 de mayo de 2009

Efemérides: Un 6 de mayo de 1998. La vuelta que saludó todo el fútbol.


Quien puede olvidar ese día. El día que Lanús le ganó a San Lorenzo cerca del final pero que todos los Granates festejamos llorando. Lloramos todos pero de emoción. Fue realmente fuerte el regreso de "Huguito" luego de la peritonitis que obligo a una cirugía compleja y muchos meses de recuperación.
Hugo Morales dijo días despues: "Fue el día más feliz de mi vida".
Para nosotros es uno de los días inolvidables que el Club nos regalo.

Crónica del momento: "Solamente el fútbol puede provocar un acto de amor como el que le ofreció la gente a Hugo Alberto Morales el miércoles por la noche. Porque son pocas las actividades donde se pueden expresar los sentimientos de esa manera, como lo hacen los hinchas cuando los protagonistas les transfieren con su talento o con su generosidad el afecto que desde la tribuna están esperando. Y Moralito, con ese gol del triunfo en el último minuto frente a San Lorenzo, pasó a ocupar un pedazo grande de ese enorme sentimiento colectivo que genera el fútbol. Y de manera particular, cuando, como Morales, además de marcar el gol del triunfo, que tiene una gran significación para la lucha de Lanús con Vélez y Gimnasia y Esgrima La Plata por el título, también con su perseverancia se convirtió en un ejemplo de vida.
"Fue el día más feliz de mi vida. Se cumplió el sueño, el gran objetivo por el que estuve luchando durante siete meses. Pero hoy es como si se prolongara esa felicidad porque tengo la posibilidad de reflexionar con mayor tranquilidad. Es como si las imágenes fueran distintas. En la cancha pasó todo muy rápido: ahora tengo tiempo para recordar cada instante. El triunfo ante San Lorenzo y lo anterior. Lo bueno y lo malo. Pero ya pasó. No le guardo rencor a nadie" dijo Huguito Morales mientras todo el país hablaba de la fe inquebrantable del pibe de Lanús.

"Nunca dude que volvería a jugar. Siempre me sentí apoyado por Valeria, mi señora, por mi familia, por mis compañeros, por el cuerpo técnico y, fundamentalmente, por la gente. En la calle todos me alentaban y cuando volví a los entrenamientos, sentí como nunca el afecto. Me di cuenta de que tenía que seguir luchando. No podía aflojar. Era un compromiso que tenía que asumir frente a los que me alentaban".

"Luego de la operación, a los cuatro meses, comencé a trabajar en lo físico. Me ayudó de una manera increíble el kinesiólogo Javier Ríos. Corría a la par mía en doble turno: a la mañana en Palermo y a la tarde en Parque Chacabuco. Después empecé a usar la pelota, que es lo que más me gusta. Yo siento un enorme placer jugando al fútbol. Creo que ese fue un factor fundamental para lograr tan rápido mi recuperación. Repito: nunca pensé que mi carrera se podía terminar porque tenía una fe impresionante".

"Cuando Mario Gómez me dijo que iba a estar en el banco ante San Lorenzo empecé a sentir una gran ansiedad. Concentré y me tocó compartir la habitación con Juan Fernández Di Alessio. Le dije que me tenía una confianza bárbara para entrar en el segundo tiempo. Lo único que pedía era que el equipo fuera ganando y que Mario me pusiera para tener la pelota y ser útil para el equipo".

"Me fui impacientando cuando se acercaba el final y no me llamaban para ingresar. Pero un rato antes de entrar, le dije al kinesiólogo Ríos, quien repito que se portó un fenómeno trabajando conmigo en la recuperación, que me tenía fe para definir el partido".

Cuando convertí el gol se me vinieron a la cabeza todos los que estuvieron conmigo estos siete meses y me empujaron para hacerlo. Estaba con mucha bronca porque había tenido tres o cuatro situaciones de gol que no las había podido concretar. Pero Dios me ayudó. Me dijeron que hasta los de San Lorenzo me aplaudieron a pesar de mi pasado quemero. Que los hinchas de los otros clubes me hagan sentir su cariño me hace muy feliz. El festejo fue como me lo había imaginado: abrazado con todos mis compañeros y gritando como loco. Fue como un agradecimiento a la gente de Lanús, que me dio tanto, a los seres queridos y a la vida".

"Madorrán me pidió que me pusiera inmediatamente la camiseta. En ese momento también pensé en sacarme los pantalones. Me faltó poco para que lo hiciera. Mirá si me iba a acordar del reglamento. Me la puse en la mitad de la cancha por temor a que me expulsara, pero la hubiera seguido revoleando hasta el final del partido".

"Ya trabajo a la par de mis compañeros buscando mejorar la parte física. Todavía me falta para jugar un partido completo. En cuanto a la parte médica, lo único que me hacen son análisis de sangre periódicos. Hasta ahora siempre fueron normales. Estoy totalmente curado".


El pueblo Granate adoptó un nuevo ídolo a partir de ese día. Un gran jugador, de los mejores con nuestra hermosa camiseta, pero especialmente un luchador que un día nos conmovió a todos.

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