sábado, 9 de marzo de 2013

Saja fue el héroe de Racing, pero Lanús igual se subió a la cima.

En Avellaneda, la Academia y el Granate igualaron 0 a 0; el arquero local fue la gran figura del partido; con el este resultado, el equipo de Guillermo es el único líder del torneo Final. No tuvo la frescura ni la contundencia de los partidos anteriores, aquellos que por juego y resultados lo convirtieron en el equipo sensación del comienzo del torneo, pero tampoco rehusó cargar con el rol protagónico frente a un rival que llegó a la cita herido, envuelto en un clima enrarecido, después de perder el clásico. Lanús no modificó la propuesta y, aunque no tuviera a todos los actores que mejor interpretan la partitura que prepara el técnico Guillermo Barros Schelotto a disposición, en todo momento tuvo muy en claro qué debía hacer y cómo tenía que proceder para lastimar a Racing. Más confuso y menos pretencioso resultó lo que diseñó el entrenador Luis Zubeldía para la Academia, que proyectó primero cortar los circuitos de juego para después recién pensar en el arco de enfrente. El empate 0 a 0 no contentó a Lanús, aunque al final de la jornada el punto que sumó en Avellaneda lo dejó puntero del torneo y como el único equipo que no recibió goles en cinco encuentros, los cuatro del actual certamen y el último del Inicial 2012. Mucho más si en el balance del partido le agrega la lesión del venezolano Oswaldo Vizcarrondo, quien se someterá a estudios para conocer la gravedad del entorsis en la rodilla izquierda, y la quinta tarjeta amarilla que acumuló el uruguayo Mario Regueiro, quien tendrá que cumplir con una fecha de suspensión. La igualdad conformó a Racing: el punto no lo ayudó a entreverarse entre quienes desean presentar credenciales de candidatos, pero le posibilita reacomodar su maltrecho espíritu luego de transitar una semana compleja. Recomponer la relación con el público será una tarea más difícil, que demandará un tiempo mayor, y más que el estilo serán los resultados los que curen las heridas. No es una casualidad que Lanús desande este presente. Es un equipo que perdió algunas piezas de jerarquía -Fritzler, Valeri, el uruguayo Pereyra-, pero que sostuvo la idea y le agregó nuevo apellidos a la estructura, como Pochi Chávez e Ismael Blanco, quienes se acoplaron con naturalidad al esquema. Explotar con la velocidad de Romero el sector del lateral Ángel García fue una acción repetitiva que hizo funcionar Lanús, y aunque la posesión de la pelota lo favoreció, la cantidad de situaciones frente a los arcos fue pareja. Blanco y Chávez tuvieron las oportunidades más claras para quebrar a Saja, el capitán que ofrece garantías en Racing. El delantero desperdició un mano a mano; el volante remató desviado. Enfrente, la Academia se recostaba en el desparpajo del juvenil De Paul, que no le pesó la responsabilidad de ser conductor y que aprovechó el mal escalonamiento de Lanús para inquietar. El volante y Pelletieri pusieron en aprietos a Marchesín, que respondió sin fisuras. La prolijidad de Lanús tenía su contracara en la aceleración que envolvía a Racing, que a pesar de disponer de un triple cinco , compuesto por Zuculini, Bolatti y Pelletieri, pocas veces pudo equilibrar el desarrollo y plantarse en campo rival. Le costó hacerse del balón y cuando lo consiguió no lo distribuyó con criterio, dos falencias que le imposibilitaron progresar y provocar esperanzas. Cuando intentó avanzar con vértigo, Vietto fue el único argumento que presentó la Academia. Con los ingresos de Fariña y Pérez Guedes, promediando el segundo tiempo, Racing pretendió ejecutar un cambio audaz, intuyendo que Lanús se lanzaría en ataque. Vietto encontró socios y el desarrollo tuvo un ritmo de ida y vuelta que ilusionó a todos. Pero las buenas intenciones se diluían en las áreas, por culpa de las mala elección de quienes definían. Fue el momento en que Racing respiró con mayor alivio, ya más lejos de su área, a la vez que Lanús equivocaba el camino y lanzaba centros que facilitaban la tarea de Ortiz y Migliónico, los zagueros centrales, y agigantaban la tarea de Saja. el invicto de marchesín Con el empate, el arquero Agustín Marchesín acumula 464 minutos sin recibir goles y quedó a 60 segundos de igualar la segunda mejor marca de la historia, que comparten Carlos Roa y Pedro Rómoli, en el Apertura 95.

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