lunes, 8 de diciembre de 2008

Fiesta "Granate": Primer aniversario del título.










2D: Nunca antes habíamos sido tan felices.

Sín dudas que el 2D para Lanús no fue un día más. Fue el punto más alto futbolísticamente hablando, fue la alegría más grande que experimento la ciudad y fue la culminación de una verdadera revolución de amor que nunca antes se había experimentado por estos pagos con manifestaciones de cariño hacia los colores, únicas e inéditas.
La ciudad era ya un hervidero desde hacia ya dos meses. La victoria ante Arsenal había depositado al equipo ahí, a un punto de Independiente y como nunca antes, se comenzaba a sentir una sensación de que esta era la oportunidad. Un equipo competitivo, prácticamente hecho en casa, con el estilo de Lanús. Un estadio inexpugnable, un fixture con más partidos en casa que el resto y una hinchada convencida de que el momento había llegado. Una dirigencia compenetrada, que no dejó detalle librado al azar. Todo estaba listo para dar el gran salto.
Y la revolución, se fue gestando. Con miles de afiches y pasacalles. Lanús siempre fue un club popular y su gente no podía quedarse afuera de la gesta. Era el momento y así lo entendió toda la ciudad.”No te quedes afuera de la historia”. ”Contra San Juan, todos a la cancha”. Era la primer escala hacia el éxito y más de 25.000 Granates dijeron presentes aquel viernes a la noche. 2 a 0 y el sueño va tomando forma.
La irregularidad ajena fue ayudando a que la conquista de la punta sea más simple. Pero había que sostenerla. Así, llegó Tigre y la dirigencia sabía que había que recuperar el poder de las dos cabeceras, como siempre fue en La Fortaleza. Unos 35.000 fieles daban otro gran paso junto a Ramón y sus muchachos y el Matador de Victoria, era historia con aquel 2 a 1.
Mientras que la selección pedía parates, las hordas de Granates desfilaban amor y sentimiento por las calles de la ciudad. Banderazos en los entrenamientos, banderazos por toda la ciudad, caminatas, autos, y todo lo que sirva para demostrarnos a nosotros mismos que esta vez tenía que ser. No iba a ser una más, era nuestra gran oportunidad.
Y así llenamos los 5.000 lugares que nos dieron en el Gigante de Arroyito con una verdadera caravana de la esperanza. Los medios se hacían eco de la Fiebre que había en la ciudad. No se hablaba de otra cosa que del campeonato. Nadie dormía, todos soñábamos despiertos con aquel momento glorioso que sentíamos que estaba al alcance de nuestras manos. Y los jugadores también así lo entendían. Y en una noche inolvidable, barrimos a Central en el mismísimo Gigante.
La espera, era una sensación que mezclaba ilusiones con ansiedad. Un coctel verdaderamente complicado. Cualquier laboratorio se hubiera llenado de guita vendiendo clonazepam en algún puesto por la 9 de Julio. El primer espejismo de sentirnos campeones lo tuvimos contra Argentinos. Sabíamos que Boca se caía y ganando, estirábamos a 5 la ventaja, sobre 6 en disputa.
Con 40.000 almas que bramaban en La Fortaleza, en una verdadera batalla, se empató en cero ante un Argentinos difícil, que sín ningún tipo de presión, hizo un gran partido. Había que seguir esperando.
La partida de Boca hacia Japón, hizo que se planteara todo un debate acerca de la última fecha. Dos de los tres equipos que estaban en carrera jugaban entre si además. La dirigencia Granate propuso adelantar esos dos partidos entre semana (Tigre – Boca y Lanús – Gimnasia) y dejar así, para la última ocasión, la visita a la Bombonera, lo que parecía ser el escollo más complicado.
Y podía ser ese miércoles. Hasta había preparado un micro descapotable para pasear a los campeones. Pero Tigre se impuso a Boca y antes del inicio del partido de Lanús, la punta era compartida.
40.000 Granates llenaron la cancha y dieron una muestra más de grandeza en la goleada por 4 a 0 ante Gimnasia. Lanús, por primera vez, se aseguraba el primer puesto. Como una especie de mandato popular, bajaba de las tribunas el grito de “…En la cancha de Boca, vamos a ganar y la vuelta vamo’ a dar”.
Y así terminó siendo. Pero con sufrimiento, como manda la historia Granate. La dirigencia de Boca, incomprensiva, solo ofreció 3000 localidades. Muchos bosteros, sabiendo de la importancia de ese día, cedieron a sus amigos de Lanús el carnet para que, al menos, la presencia esté de alguna manera. Se sabía que conseguir una de esas 3000 era una misión imposible. Algunos fuimos afortunados, muchos otros, siguieron las alternativas desde la Fortaleza, que con más de 20.000 hinchas se tiñó absolutamente de Granate.
Y el 2 de Diciembre llegó. Sand abrió el marcador, Palermo, como no podía ser, empató. Tigre perdió y un par de minutos antes de que Pezzota la pida, Lanús ya era campeón. La gesta se había conseguido y el sueño era una realidad.
Nunca más la ciudad fue la misma desde aquel 2 de Diciembre. Las banderas ganaron los balcones, el color Granate predominó sobre el rojo y blanco de las fiestas. Las esquinas y los muros se ven Granates gracias al excelente laburo de la gente de Esquiu 14, que adorna de Granate y blanco cuanto muro se cruce por la ciudad de Lanús. La calle Arias ya no se la conoce más por su nombre sino por el de Ramón Cabrero, el padre de la criatura. Solamente una ridícula ordenanza municipal dice que para ser homenajeado un personaje de la ciudad con el nombre de una calle debe estar fallecido. Un granate como Dario Diaz Perez debería interceder para que la justicia le gane a la burocracia.
Hoy, un año después, los Granates festejamos aquel glorioso día. No hubo ni uno solo de los 365 que pasaron que no hayamos recordado aquel 2D. Miles de videos en youtube sirven para inmortalizar aquellas imágenes que muchos guardamos grabadas a fuego en el corazón y en la memoria. 100 mil personas festejaron por las calles de la ciudad entitulo el Clarín Zonal. Algo que en cierta medida grafica la magnitud de aquel acontecimiento.
2 de Diciembre de 2008. Ya pasó un año. Nos seguimos emocionando como aquel día. Descubrimos que podíamos y ahora vamos por más. Como debe ser. Pero sín olvidar aquel día que cambio nuestras vidas. Nunca antes habíamos sido tan felices.

Por Gastón Cuccaro.

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