domingo, 15 de marzo de 2009

Diario Clarín: "Lanús alumbró dos goles y el triunfo con el estilo inconfundible de Bernardo Acosta y Manuel Silva, aquellos geniales Albañiles".




"Lanús construye pared a pared el edificio de su sueño"

"Fue un flash. No pasaba nada y de repente despuntó el sol. Y también el gol. Todo fue de tan buen gusto que hasta para la nostalgia hubo espacio. Porque de la nada, del intento estéril en el primer tiempo, Lanús alumbró dos goles y el triunfo con el estilo inconfundible de Bernardo Acosta y Manuel Silva, aquellos geniales "Albañiles" de los años 60 que supieron cosechar aplausos propios y ajenos".

"Porque, sin dudas, esa doble pared entre Lagos y Valeri fue genéticamente clonada de aquellos célebres encuentros a toque y devolución entre el Paragua y Manolo. Acto seguido, esa gambeta al arquero Pozo y la asistencia de Lagos para que el pibe Menéndez se arrastrara y convirtiera en la línea, es una imagen que a cualquiera con años de fútbol se le aparece en esa cancha, en ese arco, en un abrir y cerrar de ojos cuando recuerda a aquella dupla, en esa época que el 9 y el 10 del Granate eran como hermanos gemelos en la idea de jugar a jugar".


Nota completa:

Así resolvió finalmente Lanús un partido que se le presentó favorable desde el arranque pero en el que no lograba abrir la puerta que lo confirmara como el único líder del Clausura. Frente a un Colón desconocido desde el juego, incapaz de sostener como visitante lo muy bueno que viene realizando en Santa Fe, el equipo de Luis Zubeldía tuvo en aquella primera mitad el manejo de la bola, un par de situaciones muy propicias para marcar y una tranquilidad inesperada en defensa.

Por eso después, por ese par de golazos -el primero es de colección- transformó el destino maratoniano que tenía el juego -todos corrían abudantemente, casi sin ingenio- en el rumbo maradoniano -resulta imposible soslayar a Diego cuando aparecen esas joyitas-- que tomó el juego para que los tres puntos quedaran en mano del local.

Porque la Copa apremia, Zubeldía puso en cancha un equipo sin Sand, Blanco y Fritzler, hombres de peso supremo en cada una de las líneas. Pero como la idea no se negocia ni aunque vengan degollando, y esto es así desde los tiempos de Ramón Cabrero, Lanús inició como para protagonizar. Lanús salió a jugar el partido esperado entre el puntero y su escolta. Pero sucedió que en los 45 minutos iniciales fue Colón el que faltó a la cita. Porque mientras el local mostraba al inquieto Lagos en dupla con el potente Menéndez, Valeri se movía por los dos laterales esperando que pasaran Graieb y Velázquez y el Pulpito González deleitaba con su juego a uno y dos toques, enfrente había más que una sombra. Porque Colón no tenía nada que ver con el de las últimas fechas. Ni la presencia de Fuertes suponía algo de temor para Bossio, Faccioli y Jadson Viera. Sin juego con el enganche Acosta, con poco corte en la mitad (excepción hecha de Prediger), el Sabalero terminó aquella mitad inicial compactado contra su arquero.

Después del 2-0 en 60 segundos, a Colón lo sacó Mohamed del nocaut. El Turco quemó la naves: puso a Valdemarín por Prediger (otro punta en lugar de un volante central), y clavó tácticamente un 4-3-3, con el colombiano Mena, Fuertes y Valdemarín apuntándole de cerca a Bossio. Y la cosa se puso linda cuando el arquero de Lanús manoteó el aire en un tiro de esquina, la pelota aterrizó en el segundo poste y Rivarola descontó.

Frente a este nuevo escenario, un nuevo Lanús desde los cambios, ya con Sand, Fritzler y Blanco en el campo de juego, retomó el control de las acciones y no permitió que ese crecimiento anímico del visitante le amargara una noche que venía de fiesta.

Lanús, más allá de la estrechez del resultado, terminó imponiéndose sin dejar resquicios para la discusión. A Zubeldía le funcionó muy bien el mix al que recurrió por cuestiones de rotación y Lanús pasará otro fin de semana en lo más alto de las posiciones.

El puntero del Clausura tiene un aceitado funcionamiento colectivo adobado por esas individualidades que, como ahora es Menéndez, son realidades después de una larga década de producción inteligente en las Inferiores. Con eso le alcanza para protagonizar un torneo que recién se está desperezando. Es probable que con todo lo que tiene le alcance para pelear hasta el final, a pesar de algún diagnóstico apresurado. Una vez más.


Vamos, vamos los pibes, 2º parte.

El grito se convirtió en una suerte de himno del único Lanús campeón de la historia del profesionalismo, en 2007. Era unánime en cada presentación del equipo de Ramón Cabrero y decía: "Vamos, vamos los pibes / vamos, vamos los pibes". Parecía una apuesta de todos: de los dirigentes, del cuerpo técnico y hasta del contorno. Una apuesta al crecimiento hacia adentro. En aquel plantel glorioso, Luis Zubledía era la mano derecha del inmenso Cabrero. Hoy, es la cara visible de otro grupo, parecido al anterior, y de la misma idea: la apuesta a los pibes del club. De los once titulares que arrancaron el partido de ayer ante Colón, sólo cuatro no se formaron ahí cerquita de Guidi y Arias: Carlos Bossio, Rodolfo Graieb, Jadson Viera y Maximiliano Velázquez.

No se trata de una casualidad. Es la consecuencia de un proyecto que comenzó hace más de dos décadas, en aquellos días bravos en los que sobraban deudas y faltaban recursos para las inferiores. Siempre se valoró, sobre todo en los últimos años, el trabajo con los juveniles. Desde los destacados Ariel Ibagaza, Walter Coyette y Juan José Serrizuela a estos días en los que brotan futbolistas con nivel de primera. Más sobre ayer: 12 de los 18 jugadores entre titulares y suplentes eran surgidos de las inferiores.

Y no están de relleno ellos. Todo lo contrario. Los goles sirven de testimonio: en el primero, desequilibró Diego Lagos y definió Diego Valeri, una de las grandes figuras del equipo que ganó el Apertura 2007. El caso del número ocho de Lanús es también emblemático de la postura de la conducción de Lanús: luego de la vuelta olímpica en la Bombonera, llegó una oferta del Inter de Milan para contratar al mediocampista. No hubo desesperación.

El segundo gol, lo ideó y lo imaginó Lagos y lo definió Cristian Menéndez. Es decir: dos goles, tres intérpretes, todos aunténticamente granates.

Hasta se da lujos Lanús, con tantos jovenes a disposición: arma un equipo para defender la punta del Clausura sin incluir a sus dos principales figuras, Sebastián Blanco y José Sand, quienes ocuparon un lugar en el banco de suplentes. Eso lo permite el buen nivel de las nuevas caras que van ganando espacio en Primera: como Nicolás Ramírez, como Menéndez, como Eduardo Ledesma.

Y así, con esta idea, Lanús fue campeón en 2007, protagonista del último Apertura (llegó con chances a la última fecha y se quedó en la puerta del triangular definitorio) y ahora líder con cierto margen, tras cinco victorias en seis fechas.

No sólo eso: los pibes de ahora heredaron el mandato de Ramón. "Si queremos ser campeones, tenemos que hacernos fuertes acá, en nuestra cancha", decía Cabrero en sus días de técnico. Ahora, en el estadio Ciudad de Lanús, el equipo de Zubeldía lleva 13 encuentros sin derrotas y seis victorias seguidas por torneos locales. Como si los pibes hubieran aprendido la lección.

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