martes, 1 de diciembre de 2009

Efemérides: 2 de diciembre de 2007, el gol del campeonato.


El gol del campeonato: A los 36 minutos del primer tiempo, José Gustavo "Pepe" Sand hizo el tanto más importante de su carrera y de la historia de Lanús. El cabezazo de la vuelta olímpica... Inolvidable.

"Nunca lo va a olvidar... Nunca lo van a olvidar".

Ese córner a los 36 minutos del primer tiempo, provocado por un centro cerrado de Acosta que manoteó Caranta.
Ese arco de la Bombonera, mítico, el más cercano a la gente "Granate".
Ese centro de Diego Valeri, perfecto, con la fuerza y la comba ideales.
Ese salto de Palermo, quien no pudo rechazar, y de Pelletieri, quien no consiguió conectar.
Ese movimiento para dejar pagando a Silvestre, su marca en un área poblada.
Ese estéril minivuelo y más estéril aún manotazo de Caranta.
Ese cabezazo, en definitiva. Perfecto, con el cuerpo arqueado para impactar la pelota a tiempo y darle potencia. De arriba hacia abajo. De goleador. Con los brazos abiertos para mantener el equilibrio del cuerpo. Con la intuición, y la liga también, para estar ahí, en el momento justo y en el lugar indicado. Con el parietal izquierdo, casi con la nuca... Con la cabeza. ¡Qué importa a esta altura!
Es ese José Sand, el que metió nada menos que el gol del campeonato.
Hasta este domingo glorioso, antes de la consagración, los jugadores habían votado para Olé los tantos fundamentales de la campaña. Entonces, optaron por el de Valeri a Central y el de Nelson Benítez a Gimnasia La Plata como los más lindos. El de Fritzler a Tigre y los de Sand a Banfield como algunos de los más gritados. O el de Malingas Jiménez (dos títulos en el 2007) a Estudiantes como uno determinante. Ninguno va a alcanzar la inmortalidad de éste, del último de una campaña única. Ninguno de los 34 en el Apertura logrará sacarle el número 1 del podio al cabezazo de Pepe en la mismísima Bombonera.
En el recorrido de un campeón se recuerdan todas las imágenes. Incluso las que parecen insignificantes. Hay figuras, laburo silencioso, grandes partidos, dudas y certezas. Y también, un gol del campeonato. El que hizo Sand.

Gracias a River que me vendió...". A José Sand le brotan las lágrimas como los goles durante este torneo inolvidable. Ya pasó el cabezazo del campeonato, los festejos en la cancha, la euforia en el vestuario y vino la dedicatorias frente a los micrófonos para el club en el que no le tuvieron fe... Ya pasó todo eso que quiere que no pase nunca y, entonces, cuando encuentra un minuto de paz, sentado solo en el primer asiento del micro que llevará al campeón hacia su casa, el goleador se relaja y cierra su celular después de leer el enésimo mensaje. Y ya no puede evitar el llanto.

Por esa cabeza ahora no pasan goles sino todas las emociones. El recuerdo de su Bella Vista natal, en Corrientes, desde no le paran de llegar saludos: "Recibí muchos. Me pone muy feliz. Esto es un sueño hecho realidad", confiesa. También le cruza el alma el agradecimiento a la familia: "Esto es para mis dos hermanos, para mi vieja que me bancó cuando me iban a dejar libre, para mi hija, para mi esposa y también para mí porque este año pasé muchas cosas". Y, claro, enseguida le viene a la boca el sabor de la revancha... Porque, al fin y al cabo, ésta es la gran revancha de José Sand.

Porque, como en la cancha, cuando pelea en el área, supliendo carencias con su corazón generoso, protegiendo la pelota como pocos, el goleador también tuvo que lucharla afuera. Sus pergaminos de goleador histórico de las Inferiores de River no los pudo revalidar en Primera y no quedó libre por esas cosas del fútbol. Pero encontró la continuidad y los goles en Banfield y al año siguiente siguió creciendo en Colón. Las puertas de River se le cerraron definitivamente cerradas y, tras esos dos préstamos, apareció Lanús. Apostó fuerte por Sand, al punto que se desprendió de Graf y Fabbiani, y se la jugó con una gran inversión (1.500.000) porque, según el ojo de Cabrero, ése era el goleador que el equipo necesitaba para transformar en goles el buen juego que garantizaban Valeri, Blanco y Acosta. Y vaya si acertó: 15 en 16 PJ, la metió en 12 partidos diferentes, 10 veces convirtió el primero, sus goles dieron 26 puntos y se transformó en el máximo goleador del club en torneos cortos. Y eso que tampoco fue fácil el comienzo en el Sur...

No sólo con el cartel de refuerzo estrella tuvo que lidiar Pepe. También con su pasado en Banfield, nada menos, y con una pésima presentación en sociedad tras la expulsión en el debut ante Independiente, por protestarle al árbitro. Pero justo con Banfield empezó a torcer la historia. En el clásico gritó dos veces y, al menos, se puso de su lado al hincha de Lanús. A los otros, como los de River que lo insultaron por el gol en el 1-3 en el Monumental, los de Colón que también lo recibieron mal en Santa Fe y a los de Banfield, se acostumbró a tenerlos de enemigos.

"Este grupo se merecía el título. Esta es una alegría muy grande e inolvidable". Tan grande y tan inolvidable como sus revanchas.

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