lunes, 13 de junio de 2011

Ganaron aplausos (La Nación).


Valió el reconocimiento del final. Los aplausos de todos los hinchas de Lanús como agradecimiento a un equipo que peleó y fue protagonista hasta el final. Es cierto que la derrota con Argentinos golpeó duro tanto en los futbolistas como en los simpatizantes, pero no era el momento de buscar excusas, de pensar qué hubiese pasado si aquella pelota entraba en lugar de dar en el travesaño si tal o cual fallo arbitral se podría modificar o los puntos que dejaron pasar en el comienzo del Clausura... Será el tiempo de la siembra para Lanús. La frustración deberá dejarle lugar a la satisfacción por las bases de un proyecto, desde las decisiones futbolísticas de los dirigentes, el estilo de juego de Gabriel Schurrer y cómo el plantel lo lleva a cabo, potenciando esa mezcla de refuerzos de jerarquía con los hombres de experiencia y los juveniles surgidos de las inferiores. Ayer, Lanús jugó demasiado rápido quiso convertir el segundo gol antes que el primero. Está claro que debía ganar independientemente del resultado de Vélez, pero su tempranera victoria ante Huracán le agregó nerviosismo en cada acción, en cada pase, en cada remate. Le faltó la pausa necesaria para resolver una posterior explosión. Tuvo garra y empuje en Agustín Pelletieri, el abanderado del equipo tuvo intenciones ofensivas, asumiendo el protagonismo que su candidatura le exigía, pero esta vez careció de la precisión y la mente fría para hacer efectiva su superioridad en los momentos en los que dominó al rival. Lanús jugó como más le gusta, a uno o dos toques a lo sumo, pero no fue su tarde. Entre la seguridad aérea del arquero Ojeda, lo que sacó Sabia (de abajo y de arriba) y el travesaño dejaron en cero a un equipo que venía de convertir once goles en los últimos cuatro partidos, en sus triunfos ante Vélez (3-2), Tigre (3-0), Huracán (3-0) e Independiente (2-1). El apuro se notó en un lateral de Balbi en un offside de Regueiro por picar antes de tiempo en un tiro libre en un ataque donde Leandro Díaz se llevó con el pecho el balón afuera, en un pase al lateral de Camoranesi en un centro pasado de Valeri y en una definición apresurada de Romero... Argentinos hizo su negocio: pese a no contar con Franco Niell (seguirá su carrera en Querétaro, de México) apostó a jugar de contraataque y sacó diferencias por algunos de sus defensores y en la inteligencia de Mercier, que decide siempre bien dónde y a quién pasarle la pelota. Una vez conseguida la diferencia, Troglio armó una línea de cinco defensores sumando a Torrén ante el envión local. Marchesín había aparecido un par de veces para evitar el gol ante Blandi, pero la tercera fue la vencida: el delantero que está a préstamo de Boca aprovechó un rebote tras un disparo de Oberman en el palo que Emilio Hernández lo transformó en asistencia. No fue un torneo más para Lanús. Logró potenciar una base y una idea de la mano de Schurrer, con un estilo ofensivo, vertical y explosivo con la intención de aprovechar todo el ancho del campo de juego y de llegar con muchos futbolistas al área rival, de respaldar los ataques para tener más chances para convertir. No es fácil lograr en poco tiempo que un equipo que tenga una idea definida de juego, que la respete y que confíe en ella como el mejor camino para conseguir la victoria. Lanús la tiene y la lleva a cabo con futbolistas de jerarquía como Valeri, Regueiro y Camoranesi, y con el aplomo de jugadores que surgieron desde las inferiores como Marchesín, Guido Pizarro, Hoyos, Leandro Díaz y Pelletieri. Con convencimiento y continuidad, logrará sus frutos. Valió la pena el reconocimiento del final. Y, sobre todo, fue justo. El plantel podrá haberse ido con bronca porque se quedó en la puerta de un nuevo título, pero también orgulloso por haberlo dado todo y por irse recompensados por sus hinchas. Hoy, ganar aplausos no es poca cosa en el fútbol argentino.

Por Christian Leblebidjian.. canchallena.com

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