martes, 9 de junio de 2009

Página 12: Lanús, la institución ejemplo del fútbol argentino. Cómo construir un modelo en 30 años.


Hace exactamente tres décadas, el equipo del Sur se iba a la C en medio de un caos económico, con apenas 1000 socios y casi 200 juicios. La historia de la manera en que revirtió ese oscuro momento aumentó a 29 mil sus asociados y pelea campeonatos.

El modelo deportivo para copiar y guardar se llama Lanús. Hoy debería estar como los trofeos, en una vitrina. Es el de un club que aprendió a no compadecerse de su historia, a no mirar esa foto fija y triste de 1979, tras dos descensos sucesivos que lo depositaron en Primera C. Treinta años después, los dos millones de dólares que debía en aquella época los transformó en un patrimonio envidiable, los mil socios que pagaban la cuota son ahora 29 mil y los casi doscientos juicios que soportaba hace tiempo fueron sepultados por los balances con superávit. El equipo pasó de jugar con el desaparecido Piraña y en las polvorientas canchas del Ascenso a entreverarse con los grandes y fijarse un objetivo ambicioso para los próximos diez años: “Superar a Independiente y Racing en la zona sur”, como lo sueña Nicolás Russo, su vicepresidente actual y futuro sucesor del presidente Alejandro Marón a partir de diciembre.

Este Lanús que discute el título con Huracán y Vélez viene de tan lejos (y tan abajo) que sus logros se ven con nitidez porque están cerca. No resulta necesario remontarse a Guidi, Daponte y Nazionale, la línea media del subcampeón de 1956 ni a los albañiles Acosta y Silva en los años ’60. Las viejas glorias viven en una fotografía color sepia; las nuevas todavía juegan con la camiseta granate y firman autógrafos. Son nuevas comparadas con aquellas y porque además, de tan jóvenes, son difíciles de reconocer por la calle.

Cuando aún no completó un año en Primera, Eduardo Salvio –debutó contra Boca el 24 de agosto del 2008– ya despertó el interés de varios clubes europeos: Juventus, Inter y Benfica. Las ofertas que llegaron a Lanús superan los 10 millones de euros, dinero que en este fútbol con tendencia a la baja en los pases, no parece desdeñable. En el club, con todo, no quieren desprenderse del Toto Salvio porque existe un acuerdo no escrito con los dirigentes del fútbol amateur y los buscadores de talentos de que un pibe surgido del semillero, como mínimo, debe llegar a jugar dos temporadas en Primera.

Por eso, la conducción de Lanús cree que primero debería emigrar José Sand, el goleador del equipo, cuya cotización ronda los 10 millones de dólares. Y además, hay propuestas económicas por otros jugadores como Matías Fritzler, a quien pretende el Sevilla de España, el mismo club que el año pasado compró a Lautaro Acosta.

Salvio, Fritzler, Blanco, Diego González, Lagos, Ledesma, Faccioli y otros pibes salen por decenas de sus divisiones inferiores, que tantos clubes envidian, incluidos los más grandes. Lanús hace mucho que transformó su política de inversión en un semillero con inmejorables resultados. En los torneos de las categorías menores que se disputan actualmente, sus divisiones, de la Cuarta a la Novena, no bajan de la undécima posición entre los 35 clubes que participan (juegan mezclados los de Primera y B Nacional). En quinta va puntero y en séptima y novena, cuarto. Y en años anteriores llegó a sumar entre todas más puntos que Boca y River.

La última semana, Lanús inauguró dos canchas de césped sintético para entrenamiento de sus Divisiones Inferiores y del plantel profesional. La obra demandó una inversión que rondó el millón de dólares y se suma a otras de carácter estratégico como la adquisición de las instalaciones de la cooperativa de crédito Bet Am –muy próximas a la sede social– que permitirán darle más espacio a los deportes amateurs y a la escuela proyectada.

El meditado desarrollo social de Lanús que pergeñaron sus distintas comisiones directivas durante treinta años entronca con las buenas campañas futbolísticas, que no son el único fin. Sí son el imán que les permitió comprobar a sus dirigentes cómo, en los colegios de la zona, la proporción de alumnos que son hinchas de Lanús creció notablemente en desmedro de los que siguen a otros equipos. “Antes había dos o tres pibes del club en cada aula, ahora, si en total hay treinta, son como mínimo la mitad”, dice con orgullo Russo, quien ratifica la idea de superar a los dos grandes vecinos de Avellaneda dentro de diez años.

Un segundo título contribuiría a robustecer esa pretensión que hoy parece tan lejana e irrealizable. De a poco, Lanús va sumando argumentos para convencerse de que es posible. A su crecimiento futbolístico sostenido lo respalda con un presupuesto anual de 6 millones de dólares, casi sin adquirir jugadores. La excepción fue la reciente compra de Mauricio Caranta, al que le pagará 900 mil dólares por su pase y un contrato de 200 mil dólares anuales durante tres temporadas y media. A los dirigentes no les importó que Boca litigara con el arquero ni que cuestionara la transferencia. Antes –dijeron–, el ahora afectado les había soplado a varios juveniles. El caso del arquero fue como una devolución de gentilezas.

Con muchos menos ingresos de televisión que los dos más grandes, Boca y River; y aún lejos de la suma que perciben los clubes del segundo lote (Independiente, Racing, San Lorenzo y Vélez), Lanús recibe por año unos 6 millones de pesos provenientes de los contratos de TV. Sus directivos consideran exigua esa cifra y aspiran a cobrar más. Ponen como argumento el modelo de institución que levantaron, alejado del despilfarro y las quiebras en que incurrieron otras. También mencionan los casi 30 mil socios que le dan vida a un proyecto que supera con creces las internas políticas o la ocasional presencia de barras bravas (la hinchada no está entre las más violentas).

Lanús había descendido en 1979 a la Tercera División del fútbol argentino (hoy es la cuarta), su patrimonio estaba muy comprometido y deambuló durante trece años por tres categorías del Ascenso diferentes. Cuando a otros se los devoraban las crisis recurrentes, el club se capitalizaba, toleraba algún tropiezo momentáneo como un nuevo descenso a comienzos de los años ’90, y seguía sin apartarse del camino trazado. A eso puede llamársele perseverancia. También un proyecto con fuertes cimientos. En cualquier caso, es un ejemplo de que resultaron posibles aquellos sueños comunes que tuvieron los fundadores de muchos clubes centenarios. Lanús cumplirá sus primeros cien el 3 de enero de 2015. Y todo indica que llegará con la salud intacta y las ganas de seguir creciendo.

Por Gustavo Veiga.

No hay comentarios: