martes, 23 de agosto de 2011

Martín Vasallo Argüello: ¡Que vivan los clubes!


El tenista Granate escribió esta nota donde recuerda su infancia dentro del Club, y valora cada uno de sus actos dentro del querido "Poli" Granate.

"Quiero declarar mi amor incondicional a la vida de club, el amor a la Casa del Deporte".
¡Cómo no sentir amor por el club!
En el club pasan cosas lindas e inolvidables. Busco en mis recuerdos. Y me veo.
Veo un chico de tres años. Está haciendo de arquero entre dos postes de alambrado. Patean el papá y el Negro, un amigo. Están en el sector pileta, entre la de los chicos y la de los grandes.
Ahora lo veo nadando. Parece que al chiquito nunca le gustó ir a la pileta bajita. Paciencia infinita la de los viejos para tenerlo flotando o nadando horas enteras. A veces son los padres de otros chicos los que juegan con él, los que lo llevan al baño o le convidan un alfajor.
Más tarde se arma un “loco” con tres pibes de distintas edades y tres o cuatro grandes que se divierten no dejándoles tocar la pelota.
Veo lonas en el piso, reposeras. Se oye griterío. Chicos corriendo, padres charlando, alguno durmiendo la siesta. Hay mate o gaseosa. Familias bajo los árboles; muchos otros tomando sol.
De las parrillas del fondo viene el aroma a chori. Cuánta gente en los quinchos.
Si alguien los viera desde afuera, no podría adivinar cual es el padre de ese chico que está atajando, ni cual es el hijo del señor que toma sol.
Hay colonia de vacaciones. Cientos y cientos de pibes. Me veo allí, con mis cinco años. Ese día me aburrí de la colonia. Estoy jugando con “los más grandes”: Hombre al agua, carreras punta a punta, Marco Polo, aguantar la respiración, llegar mas lejos por abajo, buscar monedas en el fondo...
Ahí llegó el hermano mayor de alguien a revolearlos por el aire, les hace trampolín con los hombros. Horas y horas en el agua compartiendo con otros chicos.
¿Saben una cosa? No todos los que comparten ese día son precisamente amigos. Algunos de ellos ni siquiera son conocidos. Basta que estén en el club para ser parte de lo mismo. El Club iguala.
Algunos estudian en las escuelas públicas, otros en privadas.
Vienen de Temperley, Adrogue o Lomas. Llegan en bici o en auto. Otros vienen de Avellaneda, Gerli o Monte Grande. Llegan en tren o en bondi.
Hay padres empresarios, ingenieros, empleados, abogados, actores, dueños de comercios. Madres amas de casa, maestras jardineras, contadoras, escribanas o desempleadas. En el club no importa a que clase social pertenecés.
Para jugar a la escondida solo tenés que tener ganas. No hace falta tener plata.
Para los pibes más grandes los juegos son otros. Hay más deporte y menos “mancha”.
Algunos están anotados en futbol, otros en básquet, otros en vóley. En el polideportivo o en la sede.
Van llegando después del colegio para hacer la actividad que eligieron. Pero también compartir una charla, un truco, un tute cabrero. Son pibes de Club.
En el Club hay valores, hay respeto. Y hay cosas que no hay (si me permiten la licencia literaria).
¿Hace falta que mencione todas las cosas que afortunadamente NO HAY en el club?
¿Hace falta que aclare que estando en el club NO se está en otros lados? ¿No es cierto que te tranquiliza saber que tu hijo está jugando al futbol, al tenis, al handbol, o simplemente mirando como otros juegan?
Tengo hermosos recuerdos del Club Lanús.
Los partidos de fútbol, los asados de cumpleaños, los fines de año, las despedidas de soltero, la pretemporada, los interclubes, los fines de semana, las vacaciones de verano o de invierno, la cancha, el grana en la C, en la B, en el Nacional y en primera. Todo me gustaba. Todo era lindo adentro del club. Ir a ver las inferiores, ir a ver hockey, ir a ver handbol, ir a ver los campeonatos de atletismo.
Conocí a las personas más maravillosas adentro del club Lanús, el club que me vio nacer y crecer.
Reivindico la vida en los clubes, reivindico los valores sociales del club. Lo reivindico más allá de los resultados del fútbol profesional.
Aplaudo a los clubes que abren la puerta a sus barrios y a los vecinos. Los valoro y siento orgullo de ser parte de ellos.
Sea cual sea tu club, el que te vio crecer, el que te vio adolescente o te conoció de veterano, por favor te lo pido: querelo. Por favor, valoralo. Por favor, defendelo a muerte.

¡Que vivan los Clubes!

Martín Vassallo Argüello.

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